Biden

Por: Michel Chaín

Salir en estos momentos a decir que Joe Biden no estaba, desde ninguna perspectiva, en condiciones de salir airoso de la contienda electoral contra Donald Trump quien, después de sobrevivir al atentado del que fuera objeto en Pensilvania, parece estar en su mejor momento, es decir verdades de Perogrullo.

Lo anterior no deja de ser un final triste para uno de los principales políticos norteamericanos del final del siglo XX e inicio del siglo XXI.  En términos objetivos, Biden no sólo fue un eficaz vicepresidente para Barak Obama y, por derecho propio, un muy buen presidente de los Estados Unidos, capaz de rescatar a su país de la crisis por la pandemia de COVID-19, mantener a raya a la inflación, tiene a la bolsa de valores en máximos históricos y, ya que estamos en esos récords, también tiene al desempleo de aquel país cerca de su mínimo histórico, pudiendo presumir la creación de alrededor de 15 millones de nuevos empleos durante su gestión; impulsó el mayor plan de energía limpia de la historia; y, sin violentar la democracia, el Estado de derecho o el derecho internacional, se aventó el trompo a la uña de defender a Ucrania ante las aspiraciones imperialistas de Moscú.

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¿Qué deja pendientes? ¡Sin duda! Igual que todos los expresidentes norteamericanos.  En mi opinión, los principales serían el contar con un efectivo control de armas, el reducir el consumo de drogas entre la población norteamericana y el conflicto en Palestina.  Sin embargo, creo que por mucho son más las luces que las sombras.

No se va derrotado por Donald Trump, el Partido Republicano, Vladímir Putin ni nada que se le parezca.  Se va derrotado por algo tan humanamente inevitable como el paso del tiempo y los efectos de la edad.  

Si la historia y la opinión pública fueran justos, tendríamos que recordarlo triunfando hace 4 años y no divagando como lo hizo las últimas semanas.  Desafortunadamente, ni la una ni la otra, conocen de justicia.

¿Y ahora qué sigue?

Por el lado de los Republicanos, la campaña de Donald Trump buscará consolidar su ventaja, ante la falta de una candidata o candidato por parte de los Demócratas, llegando al exceso de exigir la renuncia de Biden a la Presidencia desde ya.

Por otro lado, el Partido Demócrata entra en un territorio no explorado, pues, si bien es cierto que, en su momento, Harry Truman y Lyndon B. Johnson renunciaron a buscar la candidatura, nunca se había visto una renuncia con los delegados ya electos en las primarias y tan cerca de la Convención para la unción oficial de la candidata o el candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos. 

Una de las ventajas de la candidatura de Biden, había sido unificar al Partido Demócrata que, ante esta coyuntura, parece formar dos bloques muy poderosos, pero que, por sí mismos, no son capaces de vencer al populismo de Trump:  Por un lado, está la familia Clinton y la senadora senior de los EE. UU., Elizabeth Warren; por el otro, la otrora líder demócrata del Congreso (y posiblemente la mujer que más se le atraganta a Trump), Nancy Pelosi, y la familia Obama. 

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No creo que haya dos apellidos en el Partido Demócrata con más peso en el siglo XXI:  Clinton vs. Obama, Obama vs. Clinton.  ¡De pronóstico reservado!

Quien tiene los ojos del mundo sobre sus hombros, es la vicepresidenta Kamala Harris.  Sin embargo, y pese al espaldarazo que le dio Joe Biden al renunciar a la candidatura, Harris no la tiene fácil, pues, para ser la candidata presidencial, tiene un mes para ganar la popularidad, los apoyos y los patrocinios que, en cuatro años de despachar en la Casa Blanca, no logró reunir.

¡Vaya paquete que tienen los Demócratas!  Están en una situación inédita y, de lo que decidan, muy posiblemente dependa el derrotero de la democracia no sólo en los Estados Unidos, sino en el mundo entero.

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¿Y México? Pues después de la repasada que Trump le puso a Marcelo Ebrard, sin deberla ni temerla, queda claro que, aun si gana, al republicano le van a urgir contrapesos y, en estos momentos, no los tiene. 

Biden

Como no se había visto, quizá, desde la elección de 1992 en la que compitieron George Bush padre, Bill Clinton y Ross Perot, y estaba en juego el TLCAN, estamos viendo cómo buena parte de nuestro futuro inmediato se decide de aquel lado del Río Bravo y, mientras tanto, sólo nos queda comernos las uñas y la cutícula.

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