Nuestras Plumas
Claro y Conciso
Alberto Castelazo Alcalá
@Castelazoa
Donald Trump cumplió su amenaza: impuso aranceles del 25 % a las importaciones mexicanas. Pese a los intentos de diálogo por parte del gobierno de Claudia Sheinbaum y el sector empresarial, la medida entró en vigor sin concesiones. La Casa Blanca justificó la decisión argumentando la falta de acción de México contra el narcotráfico y la migración ilegal.
Las negociaciones entre el canciller Juan Ramón de la Fuente y su homólogo Marco Rubio no lograron evitar la aplicación de los aranceles. El equipo de Trump ha mostrado una postura inflexible, similar a la que utilizó el expresidente Andrés Manuel López Obrador: gobernar a través de decisiones populistas e imprevistas.
La administración de Sheinbaum se vio sorprendida por la declaración de Karoline Leavitt, vocera de la Casa Blanca, quien desestimó rumores sobre un posible aplazamiento. Esto confirmó que la acción comercial de Trump no está ligada a disputas previas del T-MEC, sino a exigencias específicas sobre seguridad y migración.
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México enfrenta una difícil disyuntiva. La aplicación de aranceles por parte de Estados Unidos viola el tratado comercial, pero el gobierno no considera viable denunciar el T-MEC. La estrategia planteada por la administración de Sheinbaum consiste en responder con aranceles a ciertos productos estadounidenses, aunque la medida difícilmente neutralizará el impacto económico inmediato.
Durante una reunión con el sector privado y el gabinete, se analizaron opciones para mitigar el daño. La más viable hasta ahora es una negociación basada en los temas que la Casa Blanca ha puesto sobre la mesa: colaboración en el combate al fentanilo y control migratorio.
Para evitar una escalada del conflicto, México deberá endurecer su postura en migración, aceptar convertirse en un «tercer país seguro» y redoblar esfuerzos en la lucha contra los cárteles de la droga. Esto implicará cambios en las políticas de seguridad, así como el fortalecimiento del trabajo con agencias estadounidenses.
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El impacto económico será severo. Moody’s alertó de que las exportaciones mexicanas a Estados Unidos representan cerca del 30 % del PIB, mientras que las exportaciones estadounidenses a México equivalen solo al 1.2 % de su PIB.
Según la calificadora, los nuevos aranceles podrían interrumpir flujos comerciales por 740 mil millones de dólares. Esto afectaría el tipo de cambio, el crecimiento económico y la inflación.
Los sectores más golpeados serán manufactura, industria automotriz y tecnología, dada su interdependencia con el mercado estadounidense. Si México responde con aranceles, podría aumentar su déficit fiscal y dañar su perfil crediticio.
Este es un momento crítico para la economía mexicana. La estrategia de la presidenta Sheinbaum determinará el rumbo de la relación comercial con Estados Unidos. Con Trump en la Casa Blanca, la presión será constante. México enfrenta un desafío inédito en su historia reciente y necesita una respuesta eficaz para minimizar el impacto de esta «guerra» comercial.
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