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La crisis electoral en Venezuela complica a los demócratas en la carrera presidencial estadounidense. En las últimas horas, senadores y congresistas republicanos critican a Nicolás Maduro por posibles fraudes, responsabilizando al secretario de Estado, Antony Blinken, por suavizar las sanciones y liberar a aliados del régimen.
En espera de las primeras declaraciones de Kamala Harris sobre política internacional, tres eventos aumentan la tensión en el Departamento de Estado: las víctimas fatales de las protestas del martes, el informe crítico del Centro Carter sobre la calidad democrática de las elecciones y la demora de Maduro en presentar las actas que respalden su victoria.
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Fuentes diplomáticas indican que Daniel Erikson, encargado de la Casa Blanca para América Latina, busca un rechazo general contra Maduro si no presenta las actas antes del fin de semana. Erikson coordina con el gobierno de Lula Da Silva y espera contar con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador.
También participa en este escenario el director de la CIA, William Burns, amigo cercano de Biden y contacto habitual con Lula y el presidente colombiano Gustavo Petro.
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El pedido de apoyo llega en un momento delicado de la relación bilateral, afectada por la detención de Ismael “Mayo” Zambada. En Palacio Nacional interpretan que Biden se llevó el crédito por el arresto del líder del Cártel de Sinaloa, dejando a López Obrador sin recursos para explicarlo. Desde el fin de semana, el presidente mexicano espera una explicación de Elizabeth Sherwood-Randall, asesora de seguridad de Biden.
Cabe destacar que López Obrador ha solicitado una llamada privada con Biden, la cual aún no se ha concretado.
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En este contexto, Washington busca sumar a México a la campaña contra Maduro. Un punto a favor: la canciller Alicia Bárcena, simpatizante de Caracas, ha recibido críticas del Grupo de Puebla, una liga de expresidentes que enviaron representantes a Venezuela y que, en privado, sostienen que Maduro cometió fraude.
Otro factor que favorece a Washington: el equipo de transición de Claudia Sheinbaum muestra un interés creciente en distanciar a México de Caracas.
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