Uresti

Nuestras Plumas

Claro y Conciso

Alberto Castelazo Alcalá

@Castelazoa

En el mundo del periodismo, la libertad de expresión enfrenta desafíos constantes. El caso reciente de Azucena Uresti es un ejemplo claro. Uresti, conocida por su estilo directo, ha dejado Milenio Televisión tras una carrera de dos décadas. Su salida, anunciada en un noticiero estelar, ha generado un torbellino de especulaciones.

La situación se intensificó cuando el presidente López Obrador criticó a Uresti en público. Tras este incidente, Uresti denunció al presidente por discriminación y misoginia en su programa de Radio Fórmula. Esto desató tensiones entre Milenio y Radio Fórmula, sugiriendo un ultimátum a Uresti: elegir entre ambos medios.

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Sin embargo, Uresti ya trabajaba en Radio Fórmula desde hace años, y su nuevo horario no interfería con su trabajo en televisión. Este detalle cuestiona la lógica detrás de la decisión de Milenio. La situación sugiere una presión política más que una decisión puramente profesional.

En el trasfondo, la familia González, dueña de Grupo Milenio, ha mostrado una tendencia a alinearse con el poder. Esta actitud ha llevado a la salida de varios periodistas incómodos para el gobierno. En este contexto, la salida de Uresti se percibe más como un acto de censura que una decisión mutua.

Paralelamente, el presidente López Obrador ha mostrado una postura crítica hacia la prensa. Sus ataques a periodistas como Carlos Loret y Joaquín López Dóriga reflejan una tensión creciente entre el gobierno y los medios. Estos conflictos alimentan la percepción de una presión gubernamental sobre la libertad de prensa.

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La situación de Uresti ilustra el delicado equilibrio entre poder y prensa. Aunque la administración actual afirma promover la libertad, sus acciones sugieren lo contrario. En este escenario, la salida de Uresti de Milenio no solo representa una decisión individual, sino un reflejo de las tensiones más amplias entre el gobierno y los medios en México.

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