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Redacción

Política Gurú

Tras el paso del huracán Otis hace una semana, Acapulco enfrenta un éxodo masivo. La falta de suministros y viviendas ha obligado a los habitantes a buscar refugio.

Cada día, miles de acapulqueños se dirigen a la Ciudad de México, Querétaro, Puebla y Chilpancingo en busca de ayuda.

La terminal de autobuses está saturada, con cerca de 100 salidas diarias a Chilpancingo y la Ciudad de México.

Los buses, llevando entre 40 y 50 personas, ofrecen traslado gratuito. Algunos pasajeros viajan de pie debido a la alta demanda.

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Héctor Palacios expresa su desesperación: «Me voy porque no hay comida ni luz. Es una necesidad, no una elección».

Elizabeth de Loya se dirige a la Ciudad de México con su familia buscando atención médica para su embarazo.

Eva, por otro lado, se va con sus hijas debido a la falta de luz y medicamentos. Pese a la crisis, Acapulco intenta recuperarse lentamente.

La actividad económica se reactiva gradualmente, pero las secuelas de Otis son evidentes en las calles.

La Costera Miguel Alemán muestra un panorama desolador, con residentes buscando alimentos entre escombros y vehículos de emergencia circulando.

El impacto del huracán de categoría 5 sigue visible en la zona hotelera y comercial.

Una semana después, los comerciantes y hoteleros aún limpian y reconstruyen, algunos con apoyo militar.

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Los centros comerciales, aún saqueados, emplean a locales para las labores de reconstrucción.

Las tradicionales calandrias, símbolo turístico, necesitan al menos 10,000 pesos cada una para su reparación.

Gustavo Rafael Maitorena, conductor de calandria, afirma: «Acapulco está devastado. Necesitamos trabajar para recuperarnos».

En el Club de Yates, muchas embarcaciones están hundidas y la búsqueda de marineros desaparecidos continúa.

Los clavadistas de La Quebrada anticipan una lenta recuperación del turismo, esperando que tome uno o dos años.

La reactivación del turismo es incierta, pero los residentes esperan una pronta recuperación.

Fuente El Universal

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