Nacional
Redacción
Política Gurú
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lanzó críticas severas contra los manifestantes recientes, tildándolos de falsos demócratas. Alega que buscan reinstaurar un gobierno elitista, ignorando las necesidades del pueblo. Esta acusación sugiere una preocupante desconexión con la realidad democrática, donde el disentimiento es esencial.
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AMLO insinúa que las protestas son meros caprichos de aquellos acostumbrados a beneficiarse de la corrupción pasada. Este argumento ignora las legítimas preocupaciones ciudadanas sobre la dirección actual del país. Al acusar a los manifestantes de querer una «democracia sin pueblo», el presidente omite el hecho de que la verdadera democracia requiere la inclusión de todas las voces, no solo las que le favorecen.
En Puebla, el presidente fue aún más lejos, vinculando a los manifestantes con el narcotráfico y defendiendo su propia administración de acusaciones similares. Esta táctica de desviar la atención hacia problemas anteriores, sin abordar los actuales, subraya una estrategia de defensa que evita el verdadero escrutinio.
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AMLO desestima el poder de los «conservadores», sugiriendo que no representan una amenaza significativa para su gobierno. Sin embargo, esta subestimación de millones de ciudadanos y su descontento podría ser un grave error de cálculo. La democracia florece con la participación activa y crítica de sus ciudadanos, no con su silenciamiento.
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