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Redacción

Política Gurú

La estrategia de Morena para conformar sus listas de candidatos al Congreso ha levantado polémica. A través de un proceso calificado de «tómbola», se ha favorecido a allegados del gobierno, incluyendo familiares y amigos cercanos del movimiento de la Cuarta Transformación. Este método ha resultado en la selección de figuras como Jesús Ramírez Cuevas, el caricaturista Rafael Barajas, conocido como El Fisgón, y José Ramiro López Obrador, hermano del presidente.

La transparencia y equidad del proceso han sido cuestionadas, especialmente porque los primeros lugares de la lista, que prácticamente aseguran un escaño en el Congreso, se reservan para designaciones directas. Esto deja en evidencia una manipulación política que asegura posiciones clave a personajes específicos, marginando otras voces y perfiles que podrían aportar diversidad y frescura al panorama político.

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La transmisión de este proceso, que se extendió por más de tres horas, reveló una selección que incluye a 16 candidatos al Senado y 40 por circunscripción para la Cámara de Diputados, con una división entre consejeros nacionales y militantes. Sin embargo, la crítica no tardó en señalar el claro sesgo hacia figuras ya establecidas dentro del movimiento, dejando poco espacio para la renovación o la crítica constructiva.

Mario Delgado, presidente nacional de Morena, defendió el proceso como esencial para la consolidación de la Cuarta Transformación. A pesar de ello, la elección ha sido tildada de nepotista y poco democrática, privilegiando la lealtad sobre la capacidad y la inclusión. Entre los seleccionados destacan nombres como Américo Villarreal Santiago y Adriana Gómez Grajales, evidenciando un proceso que parece cerrado a círculos internos.

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Aunque la Comisión Nacional de Elecciones aún puede hacer ajustes, el escenario actual sugiere un camino preocupante hacia la consolidación de un poder político cerrado y autorreferencial. La promesa de un proceso transparente e inclusivo se ve opacada por estas prácticas, cuestionando la autenticidad del compromiso del partido con la democracia y la representatividad.

Este proceso refleja no solo un desafío para la credibilidad de Morena, sino también para la democracia mexicana. Al priorizar relaciones y lealtades sobre principios y competencia, se erosiona la confianza en los mecanismos de selección de representantes y se pone en riesgo la pluralidad y la calidad del debate político. La transparencia y la equidad deben ser pilares en cualquier proceso democrático, especialmente en la selección de aquellos que aspiran a representar al pueblo.

Fuente El Universal

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