Max

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José Antonio Cortés

ESPN Digital

«La mejor manera de volverse impopular es ganar», eso dice Christian Horner en la temporada 5 de la serie «Drive to Survive» producida por Netflix. Y esas palabras del jefe del equipo Red Bull encajan perfectamente en el bicampeón de la Fórmula 1, Max Verstappen, quien también es el nuevo monarca de la antipatía en la categoría, incluso por encima del otrora más cuestionado de la parrilla, Lewis Hamilton.

El neerlandés de 25 años no está en la F1 para hacer amigos, eso está claro desde que llegó en 2015, pero esto se ha acentuado en las dos últimas temporadas. Por supuesto que 25 victorias y 2 títulos en dos años ayudan a incrementar el saldo de ‘haters’ gratuitos, movidos más por la rivalidad que por otra cosa.

Así le pasó a Lewis Hamilton, quien cultivó, con base en triunfos, la mala onda de miles desde que aterrizó en la categoría en 2007, siempre ganador y siete veces monarca. Ganaba mucho, a veces todo y eso resta simpatías, más allá de su singular personalidad actitudes.

Aunque también con el inglés hay gente nefasta e inefable que lo ataca, más allá del encono deportivo, por su activismo social o incluso por su color de piel. El racismo está fuera del objetivo de este texto, aquí sólo se ve lo que por acciones deportivas o declaraciones en ese mismo entorno suman o restan en las simpatías para un piloto.

Entendido eso, digamos que un campeón de Fórmula 1 es, por lo regular, un ser despiadado que rebasaría a su abuela y la forzaría a irse a la grava en el ápex de una curva si de eso dependiera ganar un punto en un Gran Premio. Ni Lewis Hamilton, Sebastian Vettel (por más simpático que sea), Fernando Alonso, Michael SchumacherKimi RaikkonenAlain Prost o Ayrton Senna fueron unas madres de la caridad. Ninguno, pero no es casual que su club de detractores crezca cuando están en el mejor momento de sus carreras profesionales.

En el caso el joven nacido en Hasselt, Bélgica, quien eligió correr por Países Bajos, colecciona animosidad de fanáticos, rivales y compañeros gracias a su nulo interés es ser solidario o diplomático, menos sentir remordimiento alguno por sus actos fuera o dentro de la pista.

No se puede generalizar, pero muchos neerlandeses son directos, sin filtros, crudos y muy sinceros en sus declaraciones algo que unas personas agradecen y otras detestan, porque es a veces demasiado para el gusto de algunos, y Max Verstappen es un claro ejemplo de ello.

Si retomamos las palabras de su jefe, Christian Horner y agregamos lo que dijo en esa misma frase: «cuanto más alto sea el ascenso, más afilados serán los cuchillos», podemos ‘justificar’ la animadversión de una parte de los fanáticos.

Si en los últimos dos años ha ganado 25 de 44 carreras es decir el 56.8 por ciento, seguramente no le hará gracia al resto que encabezados por Hamilton sólo han podido subirse a lo más alto el podio 19 veces entre todos: Lewis (8), Sergio Pérez (3), Charles Leclerc (3), Valtteri Bottas (1), Esteban Ocon (1), Carlos Sainz (1), Daniel Ricciardo (1) y George Russell (1).

El empeño de Verstappen en que los aficionados y televidentes en todo el mundo memoricen las notas musicales Het Wilhelmus (El Guillermo), himno nacional de Países Bajos y el más antiguo de la humanidad, no es lo único que provoca que Max sea el Rey del encono en la F1. También sus, algunas veces, polémicas conductas y comentarios le agregan acidez a una personalidad, que de por sí, ya es como un limón agrio para una parcialidad en las tribunas.

Esa forma de ser de Max Verstappen no admite tonos intermedios en el pantone de las simpatías: o lo amas o lo odias.

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Por qué ‘odian’ a Max Verstappen

El primero y más sencillo de los argumentos para no querer o estimar a Max Verstappen recae en la rivalidad de Mercedes, Ferrari y el resto contra Red Bull. El simple hecho de vestir esos colores ya es motivo suficiente para los tifosi o los ingleses para abuchear al hijo de Jos.

Si a esto le sumamos que Max tiene, como diría Joaquín Sabina, la frente muy alta, la lengua muy larga y la mecha muy corta eso se convierte en la mezcla de un rico coctel… pero molotov.

En 2020, no se tentó el corazón para decir que Red Bull tendría mejor oportunidad de competir contra Mercedes si tuviera más ayuda del otro piloto del equipo quien en ese momento era Alex Albon y que para 2021 fue sustituido por el mexicano Checo Pérez.

Y fue en 2021 donde surgió la rivalidad Hamilton-Verstappen, Verstappen-Hamilton, descrita aquí de izquierda a derecha y derecha a izquierda, porque el orden de los factores fue lo que precisamente vino a alterar el producto.

Desde el primer Gran Premio de la temporada en Bahrein la reacción química al juntar estos dos elementos hizo ebullición. Primero, Verstappen fue obligado a devolver la primera posición, luego de que los oficiales de pista decidieran que había adelantado más allá de los límites del trazado.

Todos recordamos el primer ‘raspón’ que vino inmediatamente después en Emilia Rogmana, pero más tarde todo explotó.

Red Bull Content Pool

Silverstone fue el parteaguas

En el Gran Premio del Reino Unido se decantó la tribuna (principalmente inglesa) en repulsión contra Verstappen. Los abucheos y chiflidos gratuitos al piloto de Red Bull fueron la divisa de todo el fin de semana.

El choque en la curva Copse durante la primera vuelta del GP inglés fue brutal, fue casi un milagro que Max no tuviera alguna lesión. Pero ahí, Verstappen reclamó la falta de deportivismo de Lewis y se declaró una guerra.

Como Hamilton también es un piloto que no pasa desapercibido y aglutina cariños tanto como ojerizas en la misma medida, la fanaticada se dividió en dos.

Luego vino Monza, donde, de nuevo Max y Lewis tuvieron un choque, esta vez terminal para ambos, pero donde las críticas fueron para el neerlandés por no haber tenido un gesto de sensibilidad con Hamilton una vez que su monoplaza quedó sobre la cabeza del británico.

El final de la temporada 2021 en Abu Dhabi fue, quizás, el epílogo más emocionante de la historia de la Fórmula 1, pero no estuvo exento de polémica.

En Abu Dhabi se radicalizó todo. Hamilton parecía agenciarse el octavo título mundial de su vida, pero la indecisión de su equipo, la resistencia brutal y maestra de Checo Pérez para lograr que Verstappen se acercara y a la vez que Lewis no pudiera entrar a pits estalló, luego, con el accidente de Nicolas Latifi.

El procedimiento del director de carrera, el famoso Michael Masi, no dejó satisfecho a Mercedes ni al 50 por ciento del mundo de la F1. Según lo estipulado en el libro de reglas, faltó que todos los autos lapeados pasaran al safety car. Sólo lo hicieron los que estaban entre Max y Lewis. Al final, eso no fue la diferencia, pero sirvió para que se dijera que el título de Verstappen estaba ‘manchado’ y que Hamilton había sido ‘despojado’, sobre todo si le preguntas a un aficionado inglés.

Ahí nació ‘Max I’ rey de la F1, pero también Max el destripador, villano de muchos.

Christian Horner, Adrian Newey, Sergio Pérez, Max Verstappen y Hlemut Marko del equipo Red Bull durante el homenaje a Dieter Mateschitz en el Gran Premio de Austin 2022, cuando todavía no estallaba el problema interno entre los pilotos. Red Bull Content Pool

En el Gran Premio de México Max perdió a los mexicanos

Parece que Max no sabe terminar una temporada sin enemistarse con alguien. En 2021 fueron los seguidores de Mercedes y otros más los que lo alucinaron por su ríspida relación con Lewis Hamilton, pues en 2022, las broncas de Verstappen fueron con Checo Pérez y su amplia base de seguidores.

Los mexicanos son ardientes y apasionados apoyadores de sus atletas, así que cuando Max Verstappen se negó abiertamente en el Gran Premio de Brasil a corresponder a los favores hechos en el pasado por Checo al holandés, se le vinieron encima hordas de cibernautas y aficionados en vivo para reclamarle su falta de solidaridad.

Checo Pérez necesitaba todos los puntos posibles para quedarse con el subcampeonato de pilotos de la F1, lugar que peleaba con Charles Leclerc. Max ya era campeón y la estrategia en Brasil tenía a los Red Bull en sexto y séptimo puestos, por detrás del monegasco de Ferrari, pero Verstappen desacató la orden de los pits y no cedió la posición y dos puntos al mexicano.

La «explicación» de Verstappen fue peor que su desobediencia: ‘tengo mis razones y no me pidan que haga eso’.

Pérez todavía dentro del coche reaccionó: «Mostró quién es en realidad», luego en el área de prensa declaró, «sin mí no habría sido campeón».

Guerra civil al interior de Red Bull que requirió la intervención en la sala de emergencias de Horner y Helmut Marko. En teoría y solamente en teoría, porque el rencor no tiene color ni causa erupciones cutáneas, Max y Checo dejaron todo atrás, pero los fans no.

En redes sociales, los fanáticos que apoyan a Checo Pérez reclamaron y e injustamente atacaron de forma personal a Verstappen, tanto que tuvo que salir, literalmente, su mamá a defenderlo, pero lo hizo de la peor manera.

Doña Sophie Kumpen, pilota muy destacada de karting y progenitora del ‘enfant terrible’ de la F1 se atrevió a poner un comentario en Instagram donde cuestionaba, con poca clase, el matrimonio de Checo Pérez.

Hay que decir que los Verstappen son, como Max, de mecha corta y lengua larga (y frente alta, ya sé Joaquín), ya no sólo Sophie, sino también su ‘ex’ don Jos Verstappen, ex piloto (no muy exitoso) de F1 y padre de Max, quien es famoso por intervenir y tratar de influir con comentarios en la prensa y directamente en el equipo, como cuando se quejó porque Red Bull ‘le permitió’ a Checo Pérez ganar en Mónaco, esto dicho sin tomar en cuenta que su muchacho no dio una buena carrera y Sergio siempre fue más rápido.

Estos hechos, más otras declaraciones posteriores de Max Verstappen no abonan a que la base de seguidores del también conocido como ‘Viejo Sabroso’ suavice su mala voluntad con el neerlandés.

Si no pasa algo antes de los Grandes Premios en Estados Unidos, donde Checo Pérez tiene una gran fanaticada, en el Gran Premio de México Max encontrará más tirria y desafecto del que ya conoce en Gran Bretaña, Monza, Emilia Romagna y otros GP’s donde los Mercedes y Red Bull son mayoría.

Así que, aunque no tengo una encuesta que lo compruebe, la voz de los aficionados cada vez más sugiere que Max Verstappen es el nuevo rey de la antipatía en la F1… y ¿saben qué? Estoy seguro de que no le importa.

Origen: Max Verstappen, ¿el nuevo campeón de la antipatía en la Fórmula 1?

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